Reflexión de Adviento: Dios creó la luz
Adviento: “Dios creó la luz” por Carol Ries
Dios creó la luz y vio que era buena.
“Gloria a Dios en las alturas”
Por Sor Carol Ries – Los santos nombres de Jesús y María
Me aventuré en la oscuridad de la aurora para recoger el periódico matutino que habían arrojado en nuestro antejardín. Al recogerlo miré al cielo y me sobrecogí al ver claramente en la oscuridad del firmamento una luna brillante en cuarto creciente y un planeta. ¿Sería Venus? Creo que sí. ¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS! Qué hermoso regalo de Dios para empezar el día. Me sentí asombrada y reconfortada por la quietud de la apacible escena que tenía ante mis ojos. Jesús está aquí, me dije a mí misma y a Jesús. De regreso en casa pensé: “Y si esta mañana estuviera nublado, ¿habría visto la luna y el planeta? Por supuesto que no: sin embargo, allí estarían. Lo mismo que Jesús, que sigue allí aunque yo no pueda “verlo”.
¿No es así el Adviento? Esperar que las nubes desaparezcan para poder ver la Luz que hemos estado aguardando: Emmanuel, Dios con nosotros.
Tengamos esperanza en este Adviento y removamos esas nubes oscuras para encontrar a Jesús a pesar del mal que nos ensombrece y nos abruma: las nubes de la guerra, el racismo, las divisiones, las inundaciones y los incendios, los niños que mueren, la violencia armada, los sin techo, el suicidio… ¿Cuál de estos males “te hiere el corazón”?, nos pregunta la hermana Simone Campbell RSCJ. Para traernos el Reino, para eso fue que vino Jesús, el Encarnado. A él es a quien recibimos para que nos enseñe a vivir.
¿Qué estrella te inspira a actuar y tal vez decidirte a cambiar en este Adviento? Así como hicieron las jóvenes prudentes del Evangelio, deja que tu luz alumbre tu Camino en esta peregrinación del Adviento. Únete a otras personas de buena voluntad portando luz y amor, justicia y paz, como lo hizo Jesús, para que el mundo, el país, nuestros barrios, nuestras familias y nosotros mismos seamos mejores. Si no ahora, ¿cuándo?
Cuando enciendas tu corona de Adviento cada día renueva tu compromiso de luchar contra aquello que “te hiere el corazón” y haz que esta lucecita tuya brille en la cima de la montaña, no la pongas bajo un cajón, porque así otros verán tu luz y encenderán la suya. No hay que minimizar lo que puede hacer un acto de bondad por otra persona: sonreír al vendedor en la tienda, enviar una carta a tu representante en el Congreso, morderse la lengua para no responder con ira, enviar un donativo a la causa de justicia que prefieras. Reza, estudia, actúa.
Santísimo Señor, “Cuando miramos a nuestro alrededor y vemos que en el mundo hay tantas personas aisladas y solitarias, haz que brote en nosotros la compasión y la solidaridad. Cuando pensamos en la enormidad del dolor y las injusticias que hay en el mundo, ven con nosotros mientras unimos nuestras fuerzas y talentos a lo que hacen los demás, para que podamos instaurar tu reino de paz”. En nombre de Jesús, Amén.
“y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”
← Volver a la página principal |