Vocaciones

La palabra vocación proviene del latín “vocatio” que significa llamado. Aunque Dios nos llama a todos a conocerle, amarle y servirle, una vocación en la Iglesia Católica se refiere a un llamamiento a la vida sacerdotal o consagrada. Muchos otros son llamados al matrimonio, vale decir, a vivir de ese modo el llamado al amor que Dios nos pide a cada uno de nosotros.

Vocaciones sacerdotales

El sacerdocio es un don que Cristo mismo concede a la Iglesia. Todos los católicos somos llamados a vivir la santidad, pero algunos son llamados a servir a la Iglesia como sacerdotes. Por eso, pregúntale a Dios si te llama a manifestar tu amor a Cristo comprometiéndote con Él como sacerdote de su Iglesia.

¿Te sientes llamado a ser sacerdote? Para más información puedes ponerte en contacto con el Seminario San Juan Pablo II o visitar el sitio web jp2seminary.org.

Diáconos permanentes

Los diáconos permanentes, que forman parte del clero ordenado de la Iglesia, son llamados a ejercer un ministerio de servicio. En particular, se les llama a servir a los necesitados, como aquellos que pasan hambre, que no tienen hogar, que están enfermos o encarcelados o que son inmigrantes.

Para más información sobre el proceso de formación para ser diácono en la Arquidiócesis de Washington puedes comunicarte con la Oficina del Diaconado Permanente.

Vida consagrada

Los hombres y mujeres consagrados son aquellos que hacen votos religiosos públicos de practicar los llamados “consejos evangélicos” de pobreza, castidad y obediencia, y dedicar su vida a Dios para el servicio a la Iglesia y para la salvación del mundo. La vida consagrada puede practicarse de muchas formas, pero la más conocida es la vida religiosa en una comunidad que comparta un apostolado común.

Para más información puedes ponerte en contacto con la Oficina de Vida Consagrada.

Oración por las vocaciones

Las oraciones de los fieles fomentan el crecimiento de las vocaciones en la Arquidiócesis. La Sociedad Vocacional Madre Teresa es un apostolado de oración que te pide que asumas el compromiso de rezar diariamente por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.